La corresponsal internacional Karen Marón analiza la escalada de destrucción en Gaza

Es argentina pero recorrió más de 40 países cubriendo guerras y conflictos de alta belicosidad. También estuvo en la Primavera árabe, la rebelión en Libia y la caída de Gadafi en 2011.

La lucha contra la injusticia es algo que Karen Marón tiene marcado desde que era niña cuando veía las guerras por televisión en su casa de la infancia. Hoy es la única mujer hispanoamericana que nunca paró en 24 años de cubrir conflictos bélicos en todo el mundo (desde Asia occidental, el Norte de África hasta América Latina) y la única argentina entre las 100 corresponsales de guerra más importantes del mundo.

“Para decirlo con exactitud, lo de Gaza no es una guerra, es un genocidio”, dice. En 22 meses, asesinaron a 238 periodistas. Ni sumando la I y la II Guerra Mundial, ni las guerras de Vietnam, Irak y Afganistán se alcanza esa cifra. Esta semana 5 periodistas de la cadena Al Jazera fueron brutalmente asesinados en Gaza. Ya se han expresado, denunciándolo, Reporteros sin fronteras, la Asociación de Prensa Extranjera, el Comité para la protección de los Periodistas, el Sindicato de Periodistas Palestinos y la Federación de Trabajadores y Trabajadoras de Prensa de la Argentina.

“Somos lo que se denominan blancos móviles. El poder quiere silenciarnos porque una guerra, un genocidio, una invasión o una ocupación sin testigos, es la llave para la impunidad”, explica Karen. “Yo estuve cubriendo cuatro veces en Palestina y pude ver cómo es el accionar y cómo se fue perfeccionando el sistema de censura para que no pudiésemos hacer la cobertura del genocidio, de la limpieza étnica, del apartheid, del infanticidio, de la matanza por inanición, que están llevando adelante”.

Hasta julio de 2025, más de 60.034 palestinos han muerto en la Franja de Gaza, de los cuales más de 17.400 eran niños y noñas y más de 10.000 mujeres, la gran mayoría civiles. La ONU reporta que más de 1 millón 900 mil personas han sido desplazadas y se han destruido más de 70 mil viviendas. “Los periodistas palestinos son los que están cubriendo su propio genocidio y digo genocidio porque se adecua a todos los puntos que están determinados en la convención contra la prevención del genocidio”, detalla Karen. Se entiende por genocidio el exterminio intencional, sistemático y deliberado de un pueblo, grupo étnico, racial o nacional, total o parcialmente, por una o varias razones ideológicas y está calificado como el mayor crimen contra la humanidad; es considerado como el epítome de la maldad humana. “En su libro La limpieza étnica, el historiador judío israelí, Ilan Pappé habla de este tema ampliamente. El Ejército Israelí deshumaniza a los palestinos, los llaman animales y hasta la violación está considerada por el Parlamento israelí como un arma de guerra”, explica Marón. “Los palestinos están soportando todo el peso de informarle al mundo que esto es un genocidio”, agrega.

“El Ejército Israelí no respeta el derecho internacional humanitario, ni el derecho internacional de los conflictos armados, ni las convenciones de Ginebra, ni las resoluciones de las Naciones Unidas: Gaza es un gran laboratorio de guerra”, dice Karen. Según la periodista, en Gaza (como en otros conflictos) se usan todas las estrategias de la guerra y por supuesto también la cognitiva: “nuestra mente también es un campo de batalla, la guerra cognitiva está hecha para que no reaccionemos ante la masacre”.

"Las niñas son utilizadas como esclavas sexuales y en muchas oportunidades a esas niñas se las usa para convertirlas en niñas bomba", dice Marón.

¿El cuerpo de las mujeres y niñeces es el campo de batalla?

--Sí, totalmente. En la Guerra de los Balcanes se violaba especialmente a las mujeres del bando contrario para dejar su semen en las mujeres para que en sus vientres creciera el fruto de, obviamente un niño o una niña inocente, pero el fruto del enemigo. Eso no solamente sucedió en Sarajevo, sino que es una práctica consecutiva en muchos conflictos en África. Desde la violación hasta la ablación de los genitales y hasta abrir a machetazos el vientre de las mujeres para que pierdan a sus hijos, o cortarles las mamas, desgarrarlas para que queden marcadas para siempre. Pero también cuando se producen ataques, los sonidos estremecedores (que los he evidenciado), de los aviones volando a baja altura y a alta velocidad, desestabilizan. Eso se ha utilizado muchísimo en el Líbano y en Gaza: desestabilizan directamente el sistema nervioso central y las mamás embarazadas pierden sus embarazos o hay nacimientos prematuros. Es un sufrimiento atroz y es irrecuperable por el trastorno corporal, emocional, psicológico y espiritual que reciben esas mujeres y esos bebés, muchos de los cuales mueren por el terror que han sentido esas madres.

¿En Gaza la mayor cantidad de víctimas son las mujeres y los niños?

--Sí, porque las mujeres son las que engendran a las nuevas generaciones y el objetivo es exterminar hasta la tercera generación. El objetivo fundamental son las mujeres y los niños, es escalofriante, pero es así. Recuerdo una vez en el Líbano a un niño y dos niñas que explotaron cuando fueron a agarrar una pelotita y dos muñecas y eran bombas de racimo en forma de juguetes. Pero, además, lo que mata también es la radiactividad que queda en el cuerpo. Hay niñas de 9 años, que todavía no tienen desarrolladas las mamas, que tienen cáncer de mamas. Las niñas son utilizadas además como esclavas sexuales y en muchas oportunidades a esas niñas se las usa para convertirlas en niñas bomba, eso se ha visto en muchas oportunidades, sobre todo en África cuando son secuestradas en masa. Niñas de diferentes edades, a las que se las envuelve en explosivos y se las envía para convertirse en suicidas. Y muchos medios de comunicación o periodistas, o autodenominados analistas internacionales, que en realidad responden a ideologías perversas y macabras, encima de ser las víctimas entre las víctimas, las señalan como las niñas suicidas, o las mujeres suicidas, cuando en realidad han sido víctimas, a las que han empujado, arrastrado a una muerte que no querían. La situación es brutal para las víctimas civiles de todos los genocidios y de los conflictos en todas sus manifestaciones.

En Franja de Gaza (foto) la guerra también es cognitiva, dice Marón, porque los sonidos de explosiones, alaridos pidiendo ayuda y aviones volando bajo, son armas de destrucción psíquica.

--Sí, un gran hombre con una gran sabiduría; gran parte de su familia fue asesinada durante el holocausto y él cuenta en su libro que cuando se refieren a asesinar a las mujeres y a las niñas y niños, Israel lo llama “cortar el césped”. Es decir, asesinar a las mujeres para que no se sigan reproduciendo.

¿Cómo es ser corresponsal de guerra?

--Yo soy corresponsal de guerra porque trabajo para la paz, pero una siente todo el tiempo la mira telescópica en la nuca. En 2009, en relación a una operación militar israelí sobre Gaza, escribí: ‘se ha abierto una herida en la conciencia de la humanidad”: estamos siendo testigos del asesinato de miles y miles de seres humanos en todas sus formas y variantes más atroces. Estoy convencida, porque lo he visto en los conflictos donde se justifica todo, que hay seres sin alma y sin conciencia. Y los y las periodistas tenemos la obligación de contar lo que pasa. Recuerdo cuando en 2003, muchos medios hablaban de que en Irak se habían encontrado armas de destrucción masiva y luego se produjo la invasión estadounidense y 1 millón 200 mil personas inocentes fueron asesinadas. Somos responsables de lo que decimos y de lo que callamos. También existe lo que mi querido maestro Robert Fisk llamaba periodismo de hotel (cuando no salen de sus habitaciones) o quienes arman una escenificación, simulan que están en el medio del conflicto y luego regresan a sus lugares, a sus países con la foto, con el casco y el chaleco de prensa y son recibidos como corresponsales de guerra cuando en realidad han cubierto ese conflicto a 70 km de distancia, como ha sucedido, por ejemplo, en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Y es una falta de respeto no sólo a los espectadores sino a mis compañeros y compañeras que han muerto en los campos de batalla y por supuesto, a las víctimas civiles de esos conflictos.

Karen Marón fue seleccionada como una de las corresponsales más influyentes del mundo en la cobertura de conflictos armados por la organización AOAV (Acción contra la Violencia Armada). Ha cubierto conflictos en más de 40 países. Es corresponsal en Asia Occidental, África del Norte y América Latina, cubriendo Irak, Libia, Siria, Líbano, Colombia, Irán, Afganistán y el conflicto israelí-palestino desde la Segunda Intifada y las ofensivas militares de Israel sobre la Franja de Gaza. Es integrante de la Comisión de Impulso de la Cumbre Mundial de la Paz y la única argentina que forma parte del Dart Center for Journalism and Trauma (Centro Dart para Periodismo y Trauma), con sede en la Universidad de Columbia, institución que reconoce y promueve la excelencia en el reporte de víctimas de violencia y entrena a periodistas en temas relacionados con trauma, en colaboración con la International Society for Traumatic Stress Studies. Es Maestra de corresponsales en zonas hostiles e instructora en Operaciones de Paz y Miembro de Honor de CAECOPAZ, el Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz.